Hay árboles de simétrica presencia
que revelan sin embargo
su vegetal naturaleza.
Aferrados al asfalto
con enraizado abrazo
de vital desesperación
yerguen su quebrado crecimiento
incólumes y estáticos
hacia el azul espejo
de su libertad no conquistada.
Manos alzadas,
desesperado gesto de una súplica:
alcanzar otros horizontes.
Pero los árboles cumplen su destino
de vida cautiva,
de presencia inamovible,
anclados siempre al fondo de la ciudad
en estética distribución urbana.
¿Lloran los árboles?
¿Su dramática silueta
esconde lágrimas inconfesables?
Los árboles no lloran,
sólo suspiran en el viento...
que revelan sin embargo
su vegetal naturaleza.
Aferrados al asfalto
con enraizado abrazo
de vital desesperación
yerguen su quebrado crecimiento
incólumes y estáticos
hacia el azul espejo
de su libertad no conquistada.
Manos alzadas,
desesperado gesto de una súplica:
alcanzar otros horizontes.
Pero los árboles cumplen su destino
de vida cautiva,
de presencia inamovible,
anclados siempre al fondo de la ciudad
en estética distribución urbana.
¿Lloran los árboles?
¿Su dramática silueta
esconde lágrimas inconfesables?
Los árboles no lloran,
sólo suspiran en el viento...
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